La modalidad oral es natural, consustancial al ser humano y constitutiva de la persona como miembro de una especie. Se produce en -y con- el cuerpo, aprovechando órganos del sistema respiratorio y de diferentes partes de la cabeza: labios, lengua, fosas nasales. También los movimientos de los ojos, diferentes expresiones faciales y otros movimientos corporales forman parte importante de la oralidad, así como los sonidos bucales y otros "ruidos".
Sin embargo, no todas las manifestaciones comunicativas orales son "naturales". Una conferencia, un sermón, un discurso inaugural, por ejemplo, requieren un alto grado de preparación, de elaboración e incluso, muchas veces, exigen el uso de la escritura (el apoyo de un guión, de unas notas, etc). Llegar a dominar esas formas de hablar no es sencillo y por eso el desarrollo de la competencia comunicativa oral es también parte de la educación lingüística.
La función social básica y fundamental de la oralidad consiste en permitir las relaciones sociales. A través de la palabra dicha iniciamos las relaciones con los demás y las mantenemos; "dejarse de hablar con alguien" es una expresión sinónima de romper una relación.
El habla es en sí misma acción, una actividad que nos hace personas, seres sociales, diferentes a otras especies animales; a través de la palabra somos capaces de llevar a cabo la mayoría de nuestras actividades cotidianas: desde las más sencillas como comprar comida o chismorrear, hasta las más comprometidas, como declarar nuestro amor o pedir trabajo.
Cuanto más democrática y más libre es una sociedad, más espacio ocupa el habla.
Sin embargo, no todas las manifestaciones comunicativas orales son "naturales". Una conferencia, un sermón, un discurso inaugural, por ejemplo, requieren un alto grado de preparación, de elaboración e incluso, muchas veces, exigen el uso de la escritura (el apoyo de un guión, de unas notas, etc). Llegar a dominar esas formas de hablar no es sencillo y por eso el desarrollo de la competencia comunicativa oral es también parte de la educación lingüística.
La función social básica y fundamental de la oralidad consiste en permitir las relaciones sociales. A través de la palabra dicha iniciamos las relaciones con los demás y las mantenemos; "dejarse de hablar con alguien" es una expresión sinónima de romper una relación.
El habla es en sí misma acción, una actividad que nos hace personas, seres sociales, diferentes a otras especies animales; a través de la palabra somos capaces de llevar a cabo la mayoría de nuestras actividades cotidianas: desde las más sencillas como comprar comida o chismorrear, hasta las más comprometidas, como declarar nuestro amor o pedir trabajo.
Cuanto más democrática y más libre es una sociedad, más espacio ocupa el habla.
Fuente: Calsamiglia, Helena y Amparo Tusón (2002). Las Cosas del Decir. Madrid: Editorial Ariel
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